Lejos de ser un producto de la fantasía, los Shemsu Hor de Egipto pudieron haber gobernado este país hace miles de años. En el museo Egipcio de Turín se conserva un papiro desconcertante que sitúa el origen de la civilización egipcia miles de años antes de lo que los expertos admiten.
Y habla de unos extraños seres semi-humanos, que gobernaron largo tiempo las riberas del Nilo; a los que su anónimo escriba denomina SHEMSU HOR. La pieza contiene algunas claves fascinantes.
Ese papiro (o lo que queda de el) es conocido en circulos de expertos como el Canon de Turín, y contiene la más fascinante de las listas de reyes egipcios que se conoce.
El interés que teníamos en esta pieza de historia, que cubre apenas 1,7 metros de largo por 41 centímetros de alto, radica en que, a diferencia de otras “listas reales” como la que se encuentra en el Templo de Abydos, habla de quién gobernó Egipto antes de la coronación de Menes, el primer faraón de la Primera Dinastía.
El dato es importante ya que uno de los grandes enigmas de Egipto cómo, de repente; surgió junto al Nilo una civilización tan desarrollada como la faraónica; con un sistema de escritura complejo, unas matemáticas desarrolladas y una técnica arquitectónica que; paradójicamente, fue involucionando con el correr de los siglos.
El Canon de Turín fue descubierto practicamente intacto en 1822 por el viajero italiano Bernardino Drovetti en la antigua Tebas. Pese a que llegó al Museo de Turin echa añicos, fue el propio Champollion ;el hombre que “tradujo” la Piedra Rosetta y descifró el enigma de los jeroglíficos; quien reconoció de inmediato su importancia.
Se dio cuenta de que esos fragmentos mostraban en el anverso una lista mundana de personas, instituciones y sus correspondientes impuestos; y por otra una lista de gobernantes de Egipto desde el origen de los tiempos hasta la XVII Dinastía.
Desgraciadamente, al papiro le falta la introducción y el final, siendo imposible marcar con total precisión sus límites temporales.
Refleja nombres y detalles fidedignos, datos que han podido contrastar los prestigiosos egiptólogos y papirólogos que han tenido acceso al mismo; desde Jean François Champollion hasta Richard Parkinson y Bridget Leach, pasando por Giulio Farina y Alan Gardiner; por citar sólo a unos pocos de entre quienes lo han investigado.
Así,la opinión generalizada es que el escriba autor del texto,probablemente a las órdenes de Ramsés II; compiló varias listas depositadas en los principales templos de Egipto, limitándose a transcribirlas.
Según la creencia egipcia, hubo un tiempo en que el país estaba gobernado por los “dioses”; luego llegaron los “reyes y semidioses”; y finalmente, los “faraones”.
Para muchos egiptólogos la imagen del dios Osiris está basada seguramente en una figura real; quizá identificada con uno de los primeros grandes reyes de la Historia de Egipto en el IV Milenio a. C.
Posiblemente este dios, ya no tan mítico, debió gobernar en alguna localidad del sur de Egipto, cerca de Abydos, ciudad que en los siglos sucesivos se convirtió en el centro nacional de adoración de este dios.
Precisamente el hijo de esta divinidad, Horus, el dios con cabeza de halcón, está ligado a la figura de su padre por el célebre relato de la muerte de Osiris a manos de su envidioso hermano Set.
Además, cuenta la leyenda, que a la hora de vengar la muerte de su padre, Horus recibió ayuda de unos misteriosos seguidores, los Shemsu Hor, que fueron una baza importante en el desarrollo de la batalla final.
En uno de los relieves de la galería que rodea al templo de Horus en Edfu, aparecen aquellos en una de las pocas representaciones que de estos seres se conservan en Egipto.
Olvidados al comienzo de los tiempos y considerados por los investigadores como un producto de la imaginación de los antiguos egipcios, algunos dioses reclaman hoy su autenticidad.
Lejos de ser un producto de la fantasía, los Shemsu Hor de Egipto pudieron haber gobernado este país hace miles de años. Egipto es una de las más longevas de las civilizaciones de la historia conocida de la humanidad.
Del 3100 a.C. al 30 a.C., el país del Nilo conoció 30 dinastías y 170 faraones. Tres mil años de sorprendente historia que los egiptólogos han dividido en tres grandes imperios: Antiguo, Medio y Nuevo.
Pero, antes de esta época, ¿qué sucedió? La respuesta se encuentra en el Museo de Turín, Italia, donde se conservan 160 fragmentos de un papiro conocido como Canon Real de Turín, antes mencionado.
Se trata de una lista apócrifa de reyes, descubierta en 1822 en la antigua ciudad de Tebas. Aunque el famoso Champollion; considerado padre de la egiptología, reconoció su importancia de inmediato; los investigadores actuales relegan la lista a un simple mito.
¿Por qué? .Porque el documento refiere que, en el principio de los tiempos, Egipto fue gobernado durante 11.000 años por un grupo de seres, semidivinos, a los que denomina Shemsu Hor, los Compañeros de Horus.
La extraña alusión al gobierno de los Shemsu Hor abre una vía de estudio fascinante. El propio Gaston Maspero ;uno de los padres de la egiptología; les atribuyó la construcción de la Esfinge de Gizeh siglos antes del nacimiento del faraón Kefrén,;e incluso textos jeroglificos de la V Dinastía hallados en Sakkara se refieren a ellos como “los brillantes” o “los resplandecientes” una denominación muy común en otras culturas para referirse a dioses que bajaron de las estrellas.
Las alusiones a estos misteriosos personajes son vagas e imprecisas, pero su intervención en tiempos muy anteriores a la primera dinastía pudo concretarse en el diseño estelar de la Gran Esfinge y de otros importantes monumentos.
Para los egiptólogos, se trata de entidades legendarias y, por ende, sin base real. Otros investigadores, en cambio, creen que desarrollaron un papel muy relevante como intermediarios entre dioses y hombres.
Que la arqueología oficial haya soslayado el Papiro de Turín no debe sorprendernos. En general, los egiptólogos han despreciado sistemáticamente los textos que contravenían sus tesis. Cualquier evidencia que contradijera «su versión» de la historia de Egipto, ha acabado siendo desprestigiada. Y no sólo ha ocurrido con papiros o grabados.
Cuando un investigador ha puesto en duda esa «versión oficial», inmediatamente se le ha excluido del establishment académico, por mucho que sus propuestas tuvieran el aval de documentos fidedignos o estudios científicos rigurosos.
No obstante, sin las ataduras de los dogmas, hagamos un esfuerzo por ubicar en la historia de Egipto a los Compañeros de Horus. Ya hemos mencionado que el Papiro de Turín sitúa a los Shemsu Hor inmediatamente antes de la primera dinastía faraónica; la comenzada por Menes o Narmer.
Pues bien, la egiptología aceptó que la cronología establecida por el papiro es correcta, pero sólo de Narmer en adelante. Lo anterior, en cambio, no era «historia», sino «mitología». Así, el Canon Real es histórico sólo hasta donde les conviene a los egiptólogos.
¿Y si todo lo que se cuenta en este papiro fuera cierto?. En este caso, tendríamos que, hace alrededor de 12.000 años; Egipto fue gobernado por unas entidades híbridas dotadas de avanzados conocimientos, tantos como para haber diseñado la Gran Esfinge de Guiza y realizado quién sabe cuántas otras proezas arquitectónicas o tecnológicas.
¿cómo es posible que estos hombres y mujeres recién salidos de las cavernas fueran capaces de construir algo ni remotamente parecido a la Gran Esfinge de Guiza? .Algo nos dice que la cronología sobre la historia de la humanidad está equivocada.
Eso o antes que la nuestra existió otra «humanidad», una especie de «civilización madre» altamente evolucionada desde el punto de vista tecnológico y probablemente espiritual.
En el primero de los casos, Heródoto (siglo V a.C.) —a menudo considerado «padre de la Historia»— recogía por boca de los sacerdotes de Tebas una historia de Egipto bien distinta a la que conocemos hoy. Así, el cronista griego se refería a un episodio en el que los sacerdotes tebanos le mostraron 345 estatuas que parecían representar a imponentes dioses.
Sin embargo, para sorpresa del historiador, los religiosos apuntaron que no se trataba de dioses; sino que cada coloso simbolizaba cada una de las generaciones de grandes sacerdotes que les precedieron; hasta completar 11.340 años de gobiernos de los hombres.
Para a continuación remarcarle que «antes de estos hombres, los dioses eran quienes reinaban en Egipto, morando y conversando entre los mortales, y teniendo siempre cada uno de ellos un imperio soberano»
Por su parte, Manetón (siglo III a.C.), sacerdote e historiador egipcio que vivió durante los reinados de Ptolomeo I y Ptolomeo II; también se refería a estos dioses y semidioses gobernantes en su obra Aegyptíaka; una especie de cronología que confeccionó a partir de las Listas Reales que le facilitaron los sacerdotes de otros templos.
En la misma, Manetón establecía cuatro dinastías anteriores a Menes (dos de dioses, una de semidioses y una cuarta de transición), adjudicando el origen de la civilización egipcia al gobierno de 7 grandes divinidades ;Ptah, Ra, Shu, Geb, Osiris, Seth y Horus; que permanecieron en el poder durante 12.300 años.
A continuación, gobernó una segunda dinastía encabezada por el primer Toth e integrada por 12 «faraones» divinos (1.570 años de gobierno); tras los cuales ascendieron al poder 30 semidioses ; generalmente identificados con los Shemsu Hor y simbolizados por halcones, que gobernaron el país durante 6.000 años.
Tras éstos, siempre según Manetón, se produjo un periodo de caos, hasta que, finalmente, Menes encauzó la situación y logró la unificación de Egipto.
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