Se conoce como «Libro de los Muertos» una colección de sortilegios que se incluían en las tumbas del Reino Nuevo, y pretendían ayudar al difunto en su difícil camino al Más Allá y en el juicio de Osiris. Su título original podría traducirse como «La salida al día». La muerte no era mas que un renacimiento, al igual que el sol sale cada día, asi el difunto accedía a un nuevo renacer.
Se trata de una colección de múltiples textos funerarios de diversas épocas, compuestos por fórmulas mágicas, invocaciones, himnos, letanías y todo tipo de reflexiones teológicas.
La función de la obra era guiar y proteger de acechanzas malignas el alma (Ka) del difunto, otorgándole a su vez los poderes necesarios para realizar el viaje a la región de los muertos (Amenti).
Para los antiguos egipcios el conocimiento y la compañía de estos textos permitía al alma acceder a las pruebas establecidas por 42 jueces en la sala de Osiris, dios de los muertos.
Pero el libro no sólo comprende fórmulas para superar el juicio de Osiris; sino también pasajes para que el difunto reconozca a los dioses que le serán favorables o para que pueda orientarse en su viaje por “las 12 Regiones de la Duat”. Eran los sacerdotes-lectores los encargados de leer ciertos pasajes de el Libro vueltos hacia la momia.
No se trata realmente de un libro. Sus conceptos inicialmente se expresaron de manera verbal por los sacerdotes, y sólo se comenzó a representar por escrito en la mitad del Reino Antiguo. De esta época datan los primeros grabados efectuados sobre las paredes de las pirámides de Unas Teti, Pepi I, Merenre y Pepi II en Saqqarah; durante las Dinastías V y VII, que se conocieron como Textos de las Pirámides.
A partir de la Vll Dinastía y hasta el Reino Medio se introdujeron dos importantes innovaciones. La primera fue el cambio de soporte de su escritura, que comenzó a plasmarse sobre los sarcófagos donde reposaban los cuerpos momificados; la segunda, que su utilización se empezó a llevar a cabo no sólo en beneficio de la monarquía; sino que se extendió a nobles y altos funcionarios, aplicando algunas modificaciones a los originales. Se llamaron entonces, Textos de los Sarcófagos.
Por último, y para extender al máximo su uso; los textos acabaron copiandose sobre papiros que se depositaban luego junto a los cadáveres; dando origen a los que se conoce como Libro de los Muertos.
El Libro consta de aproximadamente 200 capítulos o sortilegios. La versión más conocida y más completa es el Papiro de Ani; un texto compuesto por 3 capas de hojas de papiro pegadas entre si y dividido en 6 secciones; con una longitud entre 1.5 y 8 metros cada una.
La longitud total del texto es de 23.6 metros. Adquirido por el Museo Británico en Tebas el año 1888 y actualmente está registrado con el número 10470. El papiro se realizo por 3 escribas diferentes, como puede apreciarse en las diferentes grafías que en él aparecen, pero sólo uno realizó los dibujos.
En el texto aparece quién es Ani: «Escriba real verdadero, escriba y administrador de las ofrendas divinas de todos los dioses»; «Gobernador del granero de los señores de Abidos y escriba de las ofrendas divinas de los señores de Tebas»; y «Amado del señor del Norte y del Sur». Es decir, era un alto cargo pero su título no era honorífico: era escriba verdadero y administrador.
Su esposa, Tutu, era la Señora de la «Casa de las adoratrices de Amón»; y está representada con el sistro y el collar, instrumentos de su oficio.
A pesar de que quizá aprovechó un papiro anterior y que por tanto no todo fuera hecho para él; los dibujos sí lo fueron ya que le mencionan a él y a su esposa Tutu. Esto confirma el conocimiento de su oficio, y probablemente además de escoger a los artistas colaboró en su ejecución. Por otra parte, el hecho de estar casado con una sacerdotisa de Amón hace creíbles sus altos cargos.
Los capítulos se dividen en cuatro secciones:
Capítulos 1-16 El difunto entra en la tumba, desciende a los infiernos y el cuerpo recupera el movimiento y el habla.
Capítulo 17-63 Explicación del origen mítico de los dioses y los lugares; los fallecidos son obligados a vivir de nuevo a fin de que puedan surgir; nacer, con el sol de la mañana.
Capítulos 64-129 Los fallecidos viajan a través del cielo en el arca solar como uno de los muertos benditos. Por la noche descienden al inframundo para presentarse ante Osiris.
Capítulos 130-189 Tras haber sido reivindicado, el fallecido asume poder en el universo como uno de los dioses. Esta parte también incluye diversos capítulos sobre amuletos protectores, provisión de comida y lugares importantes.
Los textos del Libro de los Muertos son de muy variada índole. Un primer grupo de conjuros busca la provisión continua de alimentos o de aire para toda persona que llegue a utilizarlos. También son frecuentes las invocaciones dirigidas a asegurar al difunto el mantenimiento de algunas de las facultades de las que gozaba en vida, como no perder el dominio sobre su boca o recordar cuál es su nombre.
Destacan especialmente las invocaciones relacionadas con el corazón, como, por ejemplo, para que este órgano no testifique contra su dueño durante el juicio de los muertos, en el que se valora si se es digno o no de disfrutar de una existencia eterna tras la muerte. Y son constantes los hechizos destinados a proteger al muerto de animales peligrosos y de algunos de los habitantes del Inframundo.
El “Libro de los Muertos” demuestra, sin duda alguna, que los egipcios creían en un “Juicio Final” y que, el futuro del alma de un hombre, en el otro mundo, dependía de la vida que había llevado sobre la tierra.
El alma de los transgresores de la ley se aniquilaba y el alma de los justos entraba en la vida eterna.
Una sección impresionante es el Capítulo 125 de la edición moderna, conocida como la “Confesión negativa”, que encierra el código moral y religioso de Osiris, el cual exigía muestras de un alto nivel moral y un carácter religioso personal exaltado, para que los solicitantes entraran en su reino.
En el famoso capítulo 125, el «Pesado del Corazón» en el juicio de Osiris. El fallecido era guiado por el dios Anubis ante la presencia de Osiris, donde debía jurar que no había cometido ningún pecado de una lista de 42 posibles, mediante la recitación de un texto conocido como la «Confesión Negativa».
Entonces el corazón del difunto era pesado en una balanza contra la diosa Maat, que encarnaba la verdad y la justicia. Esta diosa era a menudo representada como una pluma de avestruz, el signo jeroglífico de su nombre.
Si la balanza permanecía en equilibrio significaba que el fallecido había llevado una vida ejemplar, tras lo que Anubis lo llevaría hasta Osiris y podría encontrar su sitio en el más allá, convirtiéndose en maa-kheru, que significa «reivindicado», o «justo de voz».
Si el corazón no estaba en equilibrio con Maat, lo esperaba la temible bestia Ammyt, la Devoradora, lista para engullirlo y mandar la vida de la persona en el más allá a un cercano y poco placentero final.
Esta escena no es solo remarcable por su intensidad, sino porque también es uno de los pocos pasajes del Libro de los muertos con un contenido moral explícito. El juicio del difunto y la Confesión Negativa eran una representación del código moral convencional que rigió la sociedad egipcia.
Otro grupo de textos busca que el difunto pueda desplazarse libremente, tanto por el cielo como por los espacios que componen el Más Allá. Los encantamientos le otorgan todos los conocimientos necesarios para ello: las palabras mágicas, secretas, que habrá de decir a los monstruosos guardianes que guardan las puertas con enormes y afilados cuchillos para que le dejen pasar, o los nombres de las partes de los barcos que le permitirán cruzar las aguas del Inframundo o surcar el cielo a diario.
Incluso se facilitan itinerarios que detallan los paisajes del mundo de los muertos, su orografía, edificios y habitantes. Con ellos, el difunto podrá sortear los peligros y atravesar sus regiones por los lugares más propicios. Para los vivos son muy frecuentes las instrucciones sobre la confección y preparación de los amuletos que habrán de incluirse entre las vendas de la momia o que recibirán sobre su superficie un capítulo concreto del libro.
Se especifican los materiales a utilizar, las condiciones de pureza bajo las que una persona debía emplear el texto (sin haber comido determinados tipos de carnes o pescados, por ejemplo) o las imágenes y figuras que tendrán que usarse o dibujarse en el ritual en que el encantamiento debía ser recitado. La validez de estos ensalmos es manifiesta porque, como se señala en algunos de ellos, “su efectividad ha sido comprobada un millón de veces”.
Un conjunto capital es el de las “fórmulas de las transformaciones”. Con ellas, el difunto podrá transformarse en diferentes seres que permitirán su feliz renacimiento en el Más Allá. Muchos de ellos parecen estar relacionados con el sol, que muere y renace todos los días, y por ello modelo de una vida eterna en transformación.
El muerto podrá conocer el mismo destino que el sol si se metamorfosea en un halcón de oro, en una flor de loto (que se abre al alba y se cierra durante la noche), en la garza Benu (el posterior fénix de los griegos) o en una golondrina. Podrá ser dueño de sus actos e incrementar su poder si se transforma en un cocodrilo o una serpiente, o mostrar la superación de la muerte al adoptar la forma del dios Ptah o la de un ba (elemento intangible del ser humano) vivo.
Mientras que los Diez Mandamientos de la ética judeocristiana son normas de conducta establecidas por revelación divina, la confesión negativa es más una aplicación de lo divino en la moralidad diaria.
En éste Papiro se encuentra la «Oración del Ciego» que según muchos tiene grandes semejanzas con el Padre Nuestro elaborada por Jesús de Nazaret.
https://oscfar1.blogspot.com/2011/05/el-libro-de-los-muerto.html