En unos casos se trata de mitos o leyendas de creacion. En otros casos este hecho creador es el comienzo de una historia que tiene continuidad; y que ha perdurado en el tiempo dando una verdadera sensación de realidad.
Este carácter tradicional es el que ha aportado cierta ventaja cualitativa a las teorías basadas en la fe. No debemos considerar este hecho como definitivo; pues estos mismos textos han rechazado escritos que estaban en su seno y que podrían cambiar significativamente la percepción de los hechos.
Repasaremos como vieron el hecho creador las civilizaciones antiguas. Para nosotros pueden parecer mitos y leyendas pero quizás para ellos eran hechos o teorías con los datos que manejaban.
Las civilizaciones antiguas han dejado tantas evidencias de sus grandes conocimientos en tantas disciplinas que no parece inteligente desdeñar la luz que sus creencias y su tradición pueda arrojarnos.
Vamos a considerar estos mitos y leyendas desde el punto de vista del evemerismo; una teoría de la interpretación de los mitos creada por Evemero (s. IV a. C.) según la cual los dioses paganos no son más que personajes históricos magnificados por la tradición.
El sentido oculto de los mitos es, en este sentido de naturaleza histórica y social. Los padres de la Iglesia utilizaron el evemerismo y la teoría alegórica para descalificar las creencias del paganismo; pero no aplicaron tal doctrina a sus propias creencias.
Los mitos son fábulas o alegorías que permiten explicar cuestiones que no son perceptibles por el ser humano en forma objetiva. Durante una parte muy importante de la historia, las personas observaban fenómenos de los que no podían dar una explicación, y por lo tanto recurrían a historias que incluían dioses, semidioses, héroes, monstruos o personajes fantástico.
Es el atractivo que figuras de este tipo despiertan, y lo apasionante de las historias lo que lograba dar con la repetición intergeneracional del mito, que es una condición fundamental de su esencia.
Diferentes civilizaciones de la historia ofrecen una mitología que es muy llamativa y merece la pena conocerla. Sin embargo, es interesante el hecho de que muchas de esas narraciones míticas se concentran en las mismas cuestiones, evidenciando que por distintas que fueran las civilizaciones, algunas ideas aquejaban por igual a todas.
Una de ellas es la de la creación del mundo, que despertó una gran cantidad de historias, poniendo de relieve que el hombre siempre se ha preguntado qué hace en el mundo, a qué ha venido y por qué se ha constituido este. A los mitos orientados a explicar el origen del planeta se los conoce como mitos cosmogónicos.
Los mitos cosmogónicos son los más universalmente extendidos, cumpliendo una función similar en los distintos pueblos: ofrecían una visión integradora del mundo, aseguraban la tranquilidad psicológica de los partícipes en la creencia colectiva (pues explicaban la presencia en el mundo desde una perspectiva que daba una explicación, y que no asumía un plazo muy corto de
Al analizar la narración de La Creación del Génesis bíblico junto con los mitos cosmogónicos de diversas culturas ancestrales nos encontramos con una cantidad de similitudes asombrosas.
Resulta sorprendente encontrar analogías tan concretas y tangibles entre el texto bíblico del eden y el de culturas de los cinco continentes como la Sumeria, Egipcia, Védica/Hinduista, Maya,griega, Inca, Hopi, China, Japonesa , Australiana o Nordica, teniendo en cuenta que, según se cree, no hubo ningún contacto entre ellas, al menos entre las más distantes.
Resulta pues demasiado evidente el uso de los mismos conceptos en todos estos textos ancestrales: en el principio, el vacío; el caos ; la oscuridad y las tinieblas; el creador y el uso de la palabra; la luz y el sol; las serpientes y los reptiles; el soplo del espíritu de los dioses; el agua primigenia; el abismo y las profundidades; la indefinición el creador; la separación de lo de arriba y lo de abajo; el cielo y la tierra; dioses; gigantes o angeles.
La creación del hombre a imagen y semejanza; la no pronunciación del nombre del creador; Las creaciones fallidas; El nuevo comienzo por medio de un diluvio o inundación universal; El uso de tierra o barro mezclado con sangre, saliva o aliento divino y el propósito de la creación para ayudar con trabajo a los Dioses.
En varios pasajes de los textos mitológicos podemos encontrar que la creación de cosas tan variadas como el universo, los dioses, el mundo y el hombre, han sido creados mediante el sólo uso de la palabra, con el simple acto de pronunciar o dar nombre al creador.
La estructura del mito cosmogónico suele partir de la idea de un desorden o caos originario; una situación en la que el mundo no estaba formado; es precisamente el nudo de la historia el agrupamiento de los elementos desordenados para la constitución efectiva del mundo.
El agente creador del mundo tal como lo conocemos siempre es un Dios, o una fuerza misteriosa y extraña; las apariciones se van sucediendo, y siempre las que se producen primero son las de los medos físicos, necesarios para la vida. Las mitologías más fascinantes son las que involucran a los conceptos abstractos en la aparición, dotados de una propia divinidad.
Es esencial también para la caracterización de estos mitos pensar en la relación que bajan respecto a las personas y los dioses; en algunas ocasiones la relación es de sometimiento, mientras que en otras es de una especie de contrato por el que las personas deben vivir en armonía consigo y con la tierra. En ningún caso la mitología propone una libertad de acción total.
Los mitos cosmogónicos ofrecen una interpretación del origen de la vida en la tierra, que en algunos casos dista y en otros es similar. De todos modos, para todas las civilizaciones que han intentado encontrar explicaciones a las inquietudes más apremiantes de la vida en la tierra, el origen del planeta es esencial.
La teoría del Big Bang y la explicación científica se imponen en nuestra época, y los mitos cosmológicos parecen haber quedado atrás; como una postal de una época y de un comportamiento que el hombre ha decidido abandonar.