La càbala lejos de ser un tipo de conocimiento unificado y coherente, es un conglomerado de tendencias conceptuales, escuelas, centros y personalidades.
Esta palabra procede del hebreo qabbalah, «recibir», porque la cábala ha sido transmitida oralmente de un sabio a otro y es considerada, en realidad, como la parte oculta y secreta revelada en el Sinaí que permite la comprensión e interpretación más completa de la Torá escrita.
Según la tradición judía, la cábala sería incluso anterior al Sinaí y tendría su origen en Adán.
La cabala es considerada como una disciplina y una escuela de pensamiento esotérico que tiene como propósito desvelar los misterios de la Torá de la religión judía.
Podemos intuir los orígenes de la cábala en algún momento entre el regreso del destierro babilónico y el comienzo de la era cristiana.
Hacia el siglo I-II d. C., tomando como punto de partida el capítulo primero de Ezequiel, con su visión de la merkabá, el carro o trono de Dios, y los palacios (hekhalot) donde vive, se desarrolló toda una literatura que aspiraba a tener un conocimiento de los misterios que rodean a Dios.
La aparición, en el siglo IX, del Séfer Yeziráh o Libro de la creación marcó el nacimiento de la Cábala en sentido estricto. Por primera vez se formuló la doctrina de las diez emanaciones (sefirot); los diez primeros números a través de los cuales la divinidad crea el universo.
Esta teoría era una adaptación al judaísmo de doctrinas neo-pitagóricas que atribuían a los números un carácter sagrado y un poder creativo.
Entre los siglos II y V d. C. surgió una literatura precabalística que hablaba de visiones y revelaciones de secretos celestiales; pero también explicaba métodos para estudiar y memorizar la Torá, vías para lograr experiencias místicas y la forma adecuada de rezar.
En el siglo XII surgieron en Alemania las dos primeras figuras que podemos considerar auténticos «cabalistas»: Judá el Piadoso y Eleazar de Worms.
Ya en el siglo XIII, la cábala clásica se extendió a la Provenza, y de ahí a Cataluña y el resto de España. En este período hay tres figuras cabalísticas fundamentales: Azriel ben Menahem de Gerona; el primero en utilizar el nombre de Cábala; su discípulo Nahmánides, que escribió un Comentario a la Torá, y Moisés de León; autor de la obra cumbre de la cábala, el Zohar o Esplendor, una compilación de toda la ciencia cabalística acumulada hasta entonces.
Segun Batsheva Zimerman estudiosa del tema, la Kabbalah es un conocimiento espiritual muy antiguo que “contiene las llaves para abrir los secretos del universo, al igual que las llaves de los misterios del alma y el corazón humano”.
Las enseñanzas Cabalisticas explican las complejidades del universo material y de un universo intangible; al igual que la naturaleza física y metafísica de toda la humanidad; y revela formas de eliminar el caos, el dolor y el sufrimiento.
Según la Cábala, todo ser humano nace con el potencial de grandeza y esta disciplina es la forma de activar dicho potencial; lo cual es aplicable tanto en la vida diaria como en los negocios.
Los problemas y los obstáculos de la vida ; dice esta forma de conocimiento; hacen parte de lo que una persona debe trabajar y superar para alcanzar la felicidad plena y el éxito.
Una de las principales manifestaciones de estos procesos es la aparición de polémicas entre diversos cabalistas, algunas de ellas muy enconadas.
Pero para hallar una explicación racional de lo que es la Cábala debemos comenzar por el momento en el que, según la tradición,; Moisés recibe la ley de Dios en el monte Sinaí.
Aunque para Occidente este episodio se reduce a la entrega de las tablas que contienen los Diez Mandamientos; la tradición judía cuenta que Moisés recibió el texto de la Torá («instrucción», «ley»), compuesta por los cinco primeros libros de la Biblia hebrea y del Antiguo Testamento cristiano: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.
En estos libros se encuentran los 613 mandamientos que rigen la vida del judío practicante.
Junto a esta Torá escrita, Moisés habría recibido además una Torá oral; que sería un desarrollo e interpretación de la escrita. Mientras la Torá escrita era accesible a todos, la oral se transmitió sólo de unos elegidos a otros.
Desde el primer momento, se consideró que una parte de estas instrucciones no debía ser enseñada a todos. Sino mantenida en secreto y transmitida a unos pocos elegidos, los «sabios de corazón».
Para la concepción judía, dos obras posteriores, la Misná (siglo II) y el Talmud (siglos V-VII), son simplemente la puesta por escrito de la Torá oral revelada a Moisés.
Existe aquí una línea de pensamiento que se adentra por los senderos del esoterismo y la mística.
Hay dos tipos de cábala. La primera, y principal, es la cábala teórica (iyyunit), que pretende explicar la naturaleza de Dios y de su creación mediante el estudio teológico.
La segunda es la cábala práctica (maasit), que se ocupa del empleo de la magia y las fuerzas sobrenaturales.
La cábala teórica parte del siguiente razonamiento: toda la creación tiene su origen en el interior de la divinidad. En un lugar denominado Ain Sof («no límite»), que es inmaterial e infinito y es Uno.
De él surge un rayo de luz, la primera emanación o proyección sobrenatural. Esta emanación ( sefirá en hebreo; en plural, sefirot, «números») no es materia, sino el pensamiento divino.
A continuación, se crea el universo material, incluido el ser humano, mediante diez emanaciones o sefirot. Ain Sof, que es inmaterial, necesita estos pasos intermedios hasta llegar al mundo material.
Para alcanzar la gloria divina y fundirse con el Uno. El ser humano debe estudiar la Torá, tanto en su vertiente racional como en la mística.
La Cábala es la escalera que permite al hombre ascender los sucesivos niveles de la creación hasta reunirse con el Uno, con Ain Sof.
El cabalista que lo consiga vivirá una experiencia mística como la que explica Moisés de León en el Zohar, citada al comienzo de esta entrada.
En la Torá, todo está relacionado y nada es arbitrario. Para ir más allá del sentido literal del texto y concentrarse en el estudio de los valores íntimos y universales del texto. Se emplean varias técnicas que parten del hecho de que la Torá está escrita en lengua hebrea y con caracteres hebreos.
El alfabeto hebreo consta de 22 consonantes que poseen un valor numérico de acuerdo a su posición en el alfabeto. Además, cada letra representa un principio simbólico diferente.
Puesto que Dios crea el mundo mediante la palabra. Toda frase, toda palabra, toda letra escrita en la Torá ofrece información sobre conceptos numéricos y significados concretos.
Para alcanzar estos significados ocultos se desarrollaron varios sistemas cuyo uso era más común en la cábala práctica (maasit) que en la teórica (iyyunit), más preocupada por los aspectos simbólicos del texto.
Los tres mecanismos básicos de la Cábala práctica son la gematría, el notaricón y la temurá. El primero de ellos, la gematría, extrae la esencia del texto mediante el valor numérico de cada letra, palabra o frase.
Una vez hallado el valor del conjunto analizado, se pone en relación con cualquier otro fragmento o palabra de la Torá que presente un valor idéntico, con lo que se pueden intercambiar sus significados.
El notaricón consiste en la formación de palabras, con su correspondiente sentido, por medio de acrósticos, es decir, tomando la primera letra de cada palabra de una oración.
https://lailuminacion.com/doce-secretos-cabala-kabbalah
http://nleresources.com/wp-content/uploads/2012/07/Kabala-I-SP.pdf
https://recursos.march.es/culturales/documentos/conferencias/4-34233.pdf
https://sosjuventudie.wordpress.com/las-22-letras-hebreas/