La batalla de Jericó es uno de los enfrentamientos bélicos cristianos más destacados, y definitivamente fue muy sorprendente.
Descrita en la Biblia como “ciudad de las palmeras” por la profusión de estos árboles y la fama que ya entonces tenían sus exquisitos dátiles; Jericó está a unos cientos de metros del río Jordán; a sólo 6 kilómetros del Mar Muerto,el lugar más bajo del planeta, 244 metros bajo el nivel del mar, y a 15 kilómetros de Jerusalén.
La Biblia dice que los israelitas llegan a Canaán guiados por Moisés a través del desierto. Pero se da la enojosa situación de que la Tierra Prometida está habitada por gente que parece no estar dispuesta a cederla así sin más.
Una avanzada de doce hombres, entre los que se encuentran Josué y Caleb; explora la región y vuelve con frutos que demuestran la tentadora fertilidad de esas tierras pero también dan testimonio de la fuerza de sus habitantes. Son “gigantes”, dicen.
Cunde el pánico ante esta descripción. Josué y Caleb conservan la calma y la confianza: “Dios nos ayudará, lo ha prometido”. Los demás se lamentan de haber salido de Egipto. Por esta actitud, dice la Biblia, serán castigados: Dios demora la entrada a Canaán y deben permanecer más tiempo en el desierto.
Moisés, por lo tanto, no verá la Tierra Prometida. Ya cumplió su misión. Cuando muere, lo sucede Josué .Profeta venerado por el islamismo, el judaísmo, y el cristianismo, sucesor de Moisés, y elegido por Dios para reconquistar la tierra prometida y devolverla a los israelíes.
Josué uno de los pocos que no perdió la fe ante la adversidad;condujo a los israelitas en el cruce del Jordán, atacó y conquistó a los Cananitas, y dividió la tierra entre sus seguidores.
Pero había que ser prudente para entrar en lo que la Biblia describe como una gran ciudad amurallada: Jericó.
La ciudad de Jericó, construida miles de años antes de que naciera Josué, era una de las ciudades más antiguas del mundo. En algunas partes tenía muros fortificados que medían hasta 7.50 m de alto y 6 m de ancho.
Los soldados que montaban guardia encima de los muros podían observar muchos kilómetros a la redonda. Jericó era un símbolo de poder y fuerza militar, y los cananeos la consideraban invencible.
Josué envía entonces a dos espías que logran entrar a la ciudad y pasan la noche en la casa de Rahab, una prostituta. Pero alguien había visto a estos extranjeros y da aviso a los soldados. Cuando éstos golpean a la puerta, Rahab los oculta y dice que ya se han ido.
Luego los ayuda a escapar por una ventana. Antes de irse, los espías hebreos le dicen a Rahab que debía dejar colgada en la ventana la cuerda roja gracias a la cual huyeron, así podrían identificar su casa y ella y su familia no serían masacrados al tomar los hebreos la ciudad.
La leyenda dice que durante siete días consecutivos, los israelitas, conducidos por Josué; dieron una vuelta a la muralla de Jericó acompañados por los sacerdotes que hacían sonar trompetas, mientras los habitantes de la ciudad se burlaban de este ridículo método de conquista.
Pero el séptimo día, las vueltas fueron siete en total y la muralla se derrumbó. Sólo quedó en pie el trozo al que estaba adosada la casa de Rahab de cuya ventana colgaba la cuerda roja.
Esta historia fantástica es uno de los mitos de origen de Israel. Pero la arqueología, aunque ha encontrado huellas de una presencia de los hebreos en la zona, no confirma esta trama.
Cuando en la década de 1950 la arqueóloga británica Kathleen Kenyon excavó el yacimiento, atravesó numerosos estratos, apilados los unos sobre los otros, cada uno de ellos con los restos de un poblado o ciudad antiguos.
En el último de ellos, al fondo del todo, encontró un pequeño poblado que fue ocupado por primera vez hace casi 12.000 años.
Las primeras huellas de la existencia de Jericó datan de los años 10 a 9 mil antes de Jesucristo.Sus primeros pobladores conocidos fueron los natufienses, pertenecientes a una cultura anterior al 9.000 a.C. y a la que siguieron una serie de tribus del período Neolítico Pre-Cerámico que dejaron edificaciones aún visibles en el yacimiento de Tel As-Sultán.
Desde ese período y hasta el primer milenio antes de Cristo, la ciudad conoció distintas épocas de florecimiento bajo la tutela de pueblos oriundos de Mesopotamia, que legaron viviendas de adobe y yeso y que acabaron dando vida, alrededor del 2.600, a una ciudad relativamente grande para su época.
La primera excavación moderna tuvo lugar entre 1.907 y 1.911. La realizó una expedición austroalemana dirigida por Ernst Sellin y Karl Watzinger. Contó con planos, fotografías y dibujos, y delimitó varias secuencias estratigráficas en el yacimiento. Pero en aquella época aún no contaban con medios para datar cronológicamente los estratos con fiabilidad. Esta excavación no encontró ningún resto que pudiera ser atribuible a la Edad del Bronce Reciente (h.1.550-1.200 A.C.) y en consecuencia Watzinger concluyó que Jericó estaba deshabitada en la presunta fecha de su conquista por Josué (1.407 A.C. ).
La siguiente campaña de excavaciones fue la dirigida por John Garstang entre 1.929 y 1.936. Fue también una excavación moderna con delimitación de estratigrafía y con un intento de cronología basado en la tipología de las cerámicas asociadas a los estratos.
El problema fue que sus conclusiones fueron opuestas a las del equipo de investigación anterior. Garstang reclamó haber encontrado una doble muralla colapsada que rodeaba una ciudad del Bronce Reciente, la “Ciudad IV” de Jericó. Según él la “Ciudad IV” fue destruida por el fuego en torno al año 1.400 A.C. en completa concordancia con el relato bíblico.
JERICO
La revolución vino de la mano de Kathleen M. Kenyon, una arqueóloga experimentada que llevó a cabo una serie de campañas en Jericó entre 1.952 y 1.958.
Kathleen M. Kenyon introdujo la Ciencia moderna en las excavaciones, con una tecnología punta para su época que incluía el uso del c-14, y la asignación de cronologías precisas a los estratos.
El valor de su obra puede medirse por el hecho de que las conclusiones que alcanzó siguen siendo válidas en términos generales dentro del mundo académico más de 50 años después.
Kenyon trató el yacimiento como una fuente de información en sí misma que podía contarnos su propia historia independientemente de lo que dijeran las fuentes escritas.
Los avances tecnológicos con los que desarrolló su trabajó se lo permitían, y así es como trabaja la Arqueología moderna. Si lo encontrado y datado científicamente coincide con lo que dicen las fuentes escritas, albricias.
Si no, son las fuentes las que deben revisarse cronológicamente o reinterpretarse. Es puro sentido común. Kenyon periodizó las etapas de poblamiento de la Edad del Bronce en Jericó en cuatro grandes bloques:
– Bronce Antiguo (h.3.000-2.200 A.C.): Es la Edad de Oro de Jericó. Un asentamiento relativamente grande y amurallado donde se suceden dos culturas en el tiempo.
Se han detectado hasta 17 fases de restauración o reconstrucción de las murallas. La doble muralla con evidencias de colapso encontrada por Garstang resultó pertenecer a esta época, concretamente al 2.300 A.C. , 900 años antes de la época de Josué.
– Periodo intermedio Bronce Antiguo/Bronce Medio (h.2.200-1.800 AC): aunque se han encontrado numerosas tumbas, no aparece una ciudad propiamente dicha hasta el final del periodo.
Sí que hay fondos de cabañas y restos de cerámica, por lo que se deduce que los nuevos pobladores eran nómadas en vías de sedentarización. Kenyon los identifica con los amorreos.
– Bronce Medio (h.1.800-1.550 AC): la ciudad vuelve a florecer y se rodea de una nueva muralla. Esta ciudad es la “Ciudad 4” que Garstang interpretaba como la destruida por Josué.
Las nuevas dataciones con c-14 la retrasaron varios siglos en el tiempo, y la fecha de su destrucción violenta por incendio quedó fijada h.1.550 AC, en el contexto de las guerras entre egipcios e hicsos, 150 años antes de la presunta aparición de Josué, y en un contexto histórico completamente distinto.
– Bronce Reciente (h.1.550-1.200 A.C.): Los restos hallados son minúsculos, y no hay rastros de murallas. Aparentemente el lugar estaba despoblado o a lo sumo era sede de una pequeña aldea sin fortificar.
Y seguiría en ese estado hasta bien entrada la Edad del Hierro. La antigua fecha estimada de 1.407 A.C. para la conquista de Josué quedaba en medio de esta fase de despoblacion.
Esta cronología es la que siembra numerosas dudas sobre la veracidad del relato bíblico acerca de la conquista de Jericó por Josué después del Éxodo de Egipto, pues ese personaje, si existió realmente, pertenecería a una época posterior a las ruinas concordantes.
Sin embargo, a medida que aumenta la corroboración de los relatos bíblicos por los descubrimientos científicos y hallazgos arqueológicos de nuestros días, queda patente para personas de mente imparcial que la Biblia está lejos de ser una colección de falsedades entre las cuales aparezcan de vez en cuando algunas verdades.
El Dr. Wood menciona una capa de cenizas de un metro (3 pies) de espesor llena de trozos de objetos de alfarería, fragmentos de ladrillos de un muro desplomado y madera, y todo ennegrecido como si la ciudad entera hubiera sido entregada a las llamas.
A los fragmentos de objetos de cerámica se ha dado la fecha (según los métodos aceptados disponibles, que son inexactos) de unos 40 años antes o después de 1410 a.E.C., o sea, cerca de 1473 a.E.C., la fecha de la batalla de Jericó según la Biblia.
Los excavadores han hallado mucho grano almacenado en las casas de la antigua Jericó. Este es un dato interesante, porque la Biblia indica que Jericó cayó poco después de la siega primaveral, y sin que estuviera bajo un sitio prolongado que hubiera causado hambre entre sus habitantes. (Josué 3:14-16.).
En resumen, la fecha de 1.550 A.C. como punto final de la Jericó del Bronce Medio a causa de una destrucción violenta por incendio es hoy día ampliamente aceptada por prácticamente toda la comunidad científica.
En realidad el único motivo para cuestionar esa fecha hoy día es una interpretación muy particular de la Biblia que hacen los grupos ultrarreligiosos en Norteamérica. ¿realmente dice la Biblia que Jericó fue destruida en 1.407 A.C. como ellos afirman?
según el relato bíblico las campañas de Josué fueron fulminantes, se extendieron por la mayor parte de Palestina y pusieron bajo control hebreo la mayor parte del territorio. ¿pudo tal cosa haber ocurrido en 1.407 A.C.?
Prácticamente imposible, pues sabemos por muy diversas fuentes históricas y arqueológicas que el control efectivo egipcio sobre esa misma zona se sucedió sin interrupciones desde Tutmosis III (1.480 A.C. , hasta el reinado de Ramsés II (1.279-1.213 A.C.).
Hay miles de documentos y hallazgos que lo confirman, pero el registro arqueológico más impresionante es el de las cartas del yacimento de Amarna.
Es un registro de la correspondencia diplomática entre los faraones (Amenhotep III,391-1.353 y Akenatón, 1.353-1.336) y los reyezuelos cananeos vasallos que obedecían sus órdenes en las ciudades palestinas.
Si repasamos las escrituras, el libro de Josué no nos da ninguna fecha concreta. Para llegar a esa fecha tenemos que irnos a un sitio completamente distinto y fuera de contexto, a Reyes 6,1, donde se dice que el comienzo del éxodo tuvo lugar 480 años antes de la construcción del templo de Salomón. Eso nos daría 967 AC + 480 años – 40 años (éxodo) = 1.407 AC.
Esa cifra de 480 años hay que interpretarla como 12 generaciones, según el cómputo tradicional que asigna 40 años convencionalmente a cada generación.
Ya en siglos posteriores Jericó, que aparece mencionada 70 veces en el Antiguo Testamento, pasaría a manos de israelitas, persas, griegos, romanos, musulmanes y cruzados, dejando todos ellos imborrables huellas.
http://www.encinardemamre.com/ninos/antiguo-testamento85/esp058.pdf
https://mujercristianaylatina.wordpress.com/tag/batalla-de-jerico/