El gran Tassili : la capilla sixtina de la antigüedad, es un macizo montañoso situado en el Sureste de Argelia, tiene una extensión de 800 kilómetros de largo por poco más 60 kilómetros de ancho; muy cerca de Libia; “tassili” significa meseta de los ríos en lengua tuareg o, meseta entre dos ríos, “tassili-n-azyer”.
En tiempos remotos vivió un pueblo que pintó en las cuevas más de 5.000 dibujos, convirtiendo este conjunto de pinturas en lo que para algunos expertos es “la Capilla Sixtina del paleolítico”.
descubrimiento
Dentro de uno de los desiertos más inhóspitos del mudo, a partir de una fecha que se estima en ocho milenios antes de Cristo, desconocidos pueblos prehistóricos que se sucedieron a través de largas épocas sin cronología, pintaron con estilo impecable miles de figuras en el interior de las grutas de la desolada meseta de Tasili-Ajjer, cercana del macizo de Ahaggar.
Las primeras noticias referentes a este maravilloso “museo” se conocieron en Europa en los años de la primera guerra, siendo difundidas por los asombrados oficiales de la Legión Extranjera que se habían aventurado hasta regiones situadas a más de 1400 kilómetros de Argel.
El entusiasmo se propagó de inmediato en ciertos centros científicos pues la existencia de antiguas poblaciones, capaces de reflejar mediante diseño y el color, escenas de la vida material, espiritual y religiosa, constituían un indicio cierto de que el inhóspito Sahara no siempre había sido una inmensa extensión inhabitable.
PINTURAS
La hipótesis sostenida por varios estudiosos en el sentido de que el desierto fue hace 4.000 años una región fértil. Poblado por numerosos grupos tribales hallaba así una sorpresiva confirmación.
En plena meseta de arenisca cada día reserva sorpresas. Ciudadelas rocosas, cuevas acantilados, abrigos en las rocas. Gran parte del terreno donde están dispersas las cuevas se asemeja a un alucinante paisaje lunar.
Se entrecruzan desfiladeros de piso arenoso angostos como callejas medievales. Quien allí se aventura cree hallarse en una ciudad de “pesadilla”.
Dioses
A cada vuelta del laberinto aparecen nuevas colecciones del arte parietal. Por lo general son muy raras las pinturas planas. Las grandes escenas, los cazadores, los arqueros, las gacelas diminutas; o los dioses descomunales y amenazadores se encuentran en superficies cóncavas o convexas.
Para calcarlas centímetro a centímetro, es preciso permanecer de rodillas o tendido de espaldas en angostas salientes de roca
Yabbaren que en el idioma de los tuaregs significa “los gigantes”, se distingue por presuntas representaciones humanas, gigantescas y desconcertantes.
Figuras
El conjunto constituye una verdadera ciudad, con sus callejas, sus encrucijadas y sus plazas. En todas las paredes hay pinturas de los más diversos estilos; aunque sobresalen los “dioses de cabeza redonda”. Frescos de gran tamaño pintados en los tiempos prehistóricos, tal vez entre los 7.500 y 8.000 años antes de Cristo.
Estas figuras que no reflejan evidentemente a los seres que habitaron aquel macizo de arsenica, se asemejan a posibles cosmonautas remotos. Para volverlas a la luz se necesito un buen lavado de las paredes con esponja.
Henri Lhote clasificó en distintos grupos estos dibujos. En algunos casos alcanzaban los 10.000 años de antigüedad y en los que se podían apreciar sorprendentes seres con escafandras; monos ceñidos, botas, extraños equipos e indumentarias; y en ocasiones, con un aspecto físico propio de los más imaginativos guionistas de películas de ciencia-ficción que ha dado Hollywood.
La aparición de algunos simbolos junto a los dibujos, han hecho suponer a varios investigadores; la posible existencia de una escritura de hace más de 5.000 años. Es un duro golpe para las tesis oficiales, que todavia mantienen a la región de Mesopotamia como la cuna de la escritura y de la civilización.