Un curioso objeto descubierto en el siglo XIX ha intrigado a muchos investigadores desde mediados de la década de 1980. El martillo de Kingoodie.Este objeto es un martillo rudimentario; que fue encontrado por el prestigioso científico David Brewster, en la ciudad de Kingoodie, Escocia.
Incluso hoy en día nadie podía explicar todas las cuestiones planteadas sobre este misterioso objeto. Brewster estudiaba los fósiles en la zona en el año 1844, cuando descubrió el objeto, haciendole un análisis inmediato.
De acuerdo con la datación inicial; llegaron a la conclusión de que la herramienta se había producido en la Edad de Piedra.
Pero el objeto volvió a ser estudiado en 1985, cuando una nueva datación reveló algo impresionante. El análisis llevado a cabo por investigadores del Centro para la British Geological Survey, calcularon la edad del martillo en algo construido en el período Devónico, una división de la escala temporal geológica, un periodo geológico que comenzó hace 416 ± 2,8 millones de años y terminó hace 359 ± 2,5 millones de años! Alguien o algo está mal en esta historia…
Hoy sabemos con certeza razonable que en ese tiempo la tierra estaba poblada por animales marinos primitivos. Por lo tanto, la hipótesis de que hubo algunas especies humanas en ese periodo de tiempo raya en lo absurdo.
A continuación, se analizan algunos hechos: Hay que tener en cuenta que el martillo se localizo enterrado en una placa de piedra arenisca. El tiempo y la erosión pudieron haber hecho una mala broma y no el propio martillo. Así que es muy probable que el martillo se le perdiera a alguna civilización y la erosión puedo haberlo sepultado y esto desconcertó a los investigadores.
También hay que tener en cuenta la aparente composición del martillo. Esta hecho por un mango de madera y una cabeza de algún tipo de metal, tal vez de hierro. Esto indica que todo el que creó el objeto ya tenía nociones de la metalurgia. El primer análisis del objeto dice que se creó en la Edad de Piedra, suena irreal, ya que sólo mucho después de esa edad, la humanidad adquirió el conocimiento para trabajar los metales.
Por último, algo aún más extraño. ¿Un objeto con cientos de millones de años de antigüedad, no se descompone? Este objeto simplemente no debería existir. Algunos investigadores creen que el objeto estaba contaminado desde que fue descubierto y al ser examinado recientemente la medición se convirtió en muy inexacta.
Otras teorías sobre el martillo de Kingoodie afirman cosas mas extrañas; como una civilización vivió en la Tierra primitiva, pero se extinguió. Otros dicen que los extraterrestres vinieron aquí y se olvidaron del martillo, pero admiten que es demasiado rudimentario para que una civilización súper avanzada que hace viajes interestelares lo usara. Por desgracia, el objeto ha sido olvidado, dejando tras de sí muchas preguntas y pocas respuestas que puedan satisfacer nuestra curiosidad.
Teniendo en cuenta que los seres humanos, o más bien, nuestros antepasados comenzaron a realizar las primeras flechas de silex hace 2 millones de años, estamos ante una imposibilidad científica a todas luces, según lo que se estudia en los libros de historia.
Quizás esos libros obvian dos opciones: la posibilidad de que hubiese una humanidad anterior y quizá los viajes en el tiempo.
Lo más extraño del martillo de Kingoodie es observar el enigma a nivel químico; porque lo normal es encontrarse cualquier tipo de fósil petrificado, formando parte de la propia piedra que lo rodea, en un proceso natural de reacción entre iones de ambos cuerpos.
Pero esto no ha ocurrido en Kingoodie, aquel martillo evitó el proceso de descomposición,Para entendernos, si miramos cualquier barco, vemos oxidación por la acción del aire, el agua, la temperatura y la sal. Lo que se denomina corrosión. Afecta a los metales, como el hierro, aún habiendo estado enterrados por miles de toneladas de tierra. Lo vemos en los barcos, como decíamos o en los yacimientos romanos, en sus metales oxidados con esa característica tonalidad roja.
Pero en el martillo de Kingoodie no hay apenas oxidación y aún conserva sus formas, algo volvemos a decir, imposible, pero que está ahí, desafiando lo que entendemos como ciencia y como lógica.
Más extraño aún es que las dataciones de carbono 14 realizadas en la Academia de Ciencias Físicas de la Universidad de San Francisco en aquel año 1985 volvían a confirmar la datación mínima de 140 millones de años.
Podría pensarse que este hecho habría puesto patas arriba a la ciencia, a la moderna geología e incluso a las teorías de la evolución establecidas, pero lo cierto es que lo que llegó suele ser lo que viene siempre que una pieza por perfecta que sea no encaja en un puzle: el silencio.
Nadie se atrevió en Estados Unidos a comentar mucho más sobre esto. Las pruebas se revisaron y los protocolos se habían seguido de forma correcta; y las fechas eran las que eran, pero el silencio invadió el tema.
La cabeza de hierro tenía también un componente de feldespato acumulado de 20 millones de años; lo que confirmaba el enigma y ponía aún más difíciles las cosas a la hora de saber qué pudo ocurrir en ese yacimiento; para que aquel único utensilio presentase el aspecto que presentaba.
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