Tanto en el judaísmo como en el cristianismo, y el islam; Moisés es una figura central. Él es el hombre del Antiguo Testamento más mencionado en el Nuevo Testamento, guio a los israelitas fuera de la esclavitud en Egipto, se comunicaba con Dios y recibió los Diez Mandamientos. Moisés es conocido como líder religioso y como legislador. La historia de Moisés contiene muchos secretos y lecciones para la humanidad.
Moisés nació en uno de los momentos más políticamente cargados de la historia. El Faraón de Egipto era la figura de poder dominante en la tierra. Era tan increíblemente poderoso que se refería a sí mismo como a un dios.
Murió José. Fueron pasando años y siglos. Se sucedieron unos faraones a otros. Y el pueblo de Israel ya no recibía favores. Al contrario, antes del nacimiento de Moisés el faraón pensó que la numerosísima descendencia de aquella raza podía ser un peligro para Egipto.
Por ello sometió al pueblo de Israel a la esclavitud; lo empleó en los trabajos más pesados, y ordenó que los niños varones fueran eliminados al nacer.
Una mujer de la tribu de Leví tuvo un hijo. Lo ocultó durante tres meses; pero no podía continuar con él sin ser descubierta.
Preparó una canastilla tejida con juncos y papiro; la recubrió y, puso en ella a su niño, y la dejó en un juncal a orillas del Nilo. La hermanita del niño vigilaba desde lejos.
Bajó la hija del faraón a bañarse al río y divisó a lo lejos la cestilla. Mandó a sus criadas que la trajeran. Al abrirla se encontró con el niño que se puso a llorar. Le puso de nombre Moisés.
Fue criado por su madre hebrea como nodriza y después Moisés creció y se educó en la corte.
Cuando se hizo mayor visitaba a los de su raza y se dolía de los tratos que recibían. Un día, por defender a un israelita , mató a un egipcio y lo enterró en la arena. El faraón se enteró. Moisés tuvo miedo y huyó al país de Madián, donde se casa y tiene un hijo.
Durante el largo periodo que Moisés pasó en el país de Madián, murió el Rey de Egipto. Un día, mientras paseaba al rebaño de ovejas de su suegro, se le aparece Dios a Moisés en forma de zarza ardiendo y le ordena que saque a su pueblo de Egipto.
Moisés le dice que el pueblo no creerá que se le ha aparecido, y entonces Dios le propone que muestre algunos milagros como convertir un cayado en serpiente, o su carne sana en leprosa, y si aún así no le creen, tomando agua del Río, convirtiéndose en sangre en el suelo.
El le replica diciendo que no tiene facilidad de palabra, pero Dios contesta que la misión la ha de llevar a cabo junto a su hermano Aarón y que Él les enseñará lo que han de hacer.
Moisés toma a su mujer e hijo y, sobre un asno, vuelve a Egipto donde ha de encontrarse con Aarón. Una vez juntos, reunieron a todos los ancianos de los israelitas y el pueblo creyó, gracias a las palabras de Aarón inspiradas por Dios y las señales de Moisés.
Después se presentan ante el Faraón ordenándole que libere al pueblo judío, pero la respuesta del Faraón es negarse y multiplicar el trabajo del pueblo.
Moisés y Aarón fueron con el faraón e hicieron lo que Dios les había mandado: Aarón echó su cayado delante del faraón y se convirtió en serpiente. El faraón llamó a los sabios y hechiceros que hicieron lo mismo: convirtieron una vara en serpiente, pero el cayado de Aarón devoró sus varas.
Después, Dios les ordena que vuelvan a intentarlo, esta vez alzando el cayado sobre las aguas del río y haciendo que éstas se conviertan en sangre. Los magos de Egipto hicieron lo mismo y otra vez, el faraón se niega a escucharlos.
Otra vez, se dirigen Moisés y Aarón al faraón y le dicen que si se niega a dejar partir al pueblo hebreo, Dios infestará de ranas todo el país. Aarón extendió su mano con el cayado sobre los canales, ríos y lagunas y subieron las ranas sobre la tierra de Egipto.
Moisés ordena que liberen al pueblo, el Faraón sigue sin escuchar, desatándose una nueva plaga. Aarón extiende su mano con el cayado sobre el polvo de la tierra y todo se llena de mosquitos. Ni los magos pudieron hacer nada para impedirlo.
En otro intento, Moisés le pide al faraón que libere a su pueblo y al ver que éste no le escucha, envía tábanos a que lo invaden todo.
La siguiente plaga fue la de la muerte del ganado. Así lo cumple, muere todo el ganado de los egipcios y ni uno sólo de los israelitas.
Después, se van sucediendo más plagas a causa de la negativa del faraón a dejar libre a su pueblo. Estas plagas son la de las úlceras, en que Moisés lanza hacia el cielo dos puñados de hollín de horno, que se convertirá en polvo fino y formará erupciones en hombres y ganados en todas las tierras de Egipto.
La siguiente plaga, la de la granizada, en la que Dios hace llover una gran granizada en Egipto.
La octava plaga fue la de las langostas. Moisés extendió su mano sobre la tierra de Egipto y ésta se cubrió de langostas, que se comieron los árboles y causaron grandes pérdidas. El faraón tampoco cedió.
En la novena plaga, Dios hizo que durante tres día, el pueblo de Egipto estuviera cubierto de densas tinieblas, mientras que los israelitas tenían luz en sus moradas.
Hicieron un último intento, y Dios dice que morirá en Egipto todo primogénito. Sucedió y hubo gran alarido ya que no hubo casa donde no hubiera un muerto. Finalmente el pueblo egipcio no puede soportar las plagas y el Faraón consiente en liberarlo.
En el camino, Dios iba delante de ellos, de día en columna de nube para guiarlos, y de noche en columna de fuego para alumbrarlos.
Moisés había conducido al pueblo de Israel al Mar Rojo, y se encuentran con que el Faraón se ha arrepentido y viene con sus carros persiguiéndoles.Se introduce en las aguas del Mar Rojo y alza su cayado; recordando el mensaje divino de ser asistido y realizar sus proezas con el cayado; descarga la fuerza del cayado sobre las aguas, que al instante se levantan hacia el cielo, formando un terrorífico y estrecho pasillo formado por paredes de agua altísimas, por donde se mete todo el pueblo hebreo.
Cuando los egipcios se hallan cerca a punto de alcanzarlos, Moisés levanta su cayado y las aguas empiezan a caer sobre los egipcios cerrando el paso y matando a todos los egipcios.
Por fin eran libres de la esclavitud egipcia, pero aún les quedaban cuarenta años para llegar a la tierra prometida por Dios. Sufrieron muchas penalidades y Dios siempre les ayudó.
Se detuvieron al pie del Monte Sinaí y allí con letras de fuego que aparecen en el cielo entre tremendas explosiones, va viendo cada uno de los Diez Mandamientos y con sus propias manos, los va escribiendo sobre la pared de roca y después el fuego de Dios recorta las tablas que Moisés recoge y baja con ellas al campamento hebreo.
Y Dios repitió su promesa y Alianza con el pueblo: Si no adoraban a otros falsos dioses y cumplían sus mandamientos, Él, el Señor, sería su amigo y protector. El pueblo prometió cumplir esta Alianza; Aunque en muchísimas ocasiones no la cumplió.
Con el tiempo, llegaron a las puertas de Canaán. Antes de entrar en la tierra prometida, Moisés -por orden del Señor- envió unos cuantos hombres para que la exploraran y les contaran luego lo que habían visto.
Al cabo de cuarenta días regresaron los exploradores, trayendo un gran racimo de uvas, granadas e higos. Con esto demostraban que era una tierra riquísima, que daba abundantes y sabrosos frutos. Pero refirieron que los pueblos que la habitaban eran muy fuertes, mucho más fuertes que ellos, y que nunca podrían vencerlos.
Al oírlo, el pueblo empezó a llorar a gritos y a quejarse de Moisés y de su hermano Aarón diciendo que tenían que elegir un jefe y volver a Egipto antes que morir a manos de esos pueblos. Moisés y Aarón intentaron convencerles de que Dios no les abandonaría; Pero el pueblo, furioso, quiso matarlos a los dos.
Dios les perdonó; pero les castigó a no ser ellos los que entraran en Canaán sino sus descendientes.
Muere Aarón y el pueblo llora durante tres días. Los israelitas empiezan a protestar contra Dios y Moisés diciendo que no entienden por qué les sacaron de Egipto para tener que pasar hambre y sed, y morir en el desierto.
El pueblo israelita había prometido en el Monte Sinaí cumplir la alianza con el Señor: Él les ayudaría si le adoraban sólo a Él. Con tantas quejas de los israelitas, Dios se disgustó mucho porque vio que no confiaban en Él.
El Señor mandó contra el pueblo serpientes que mordieron y mataron a muchos. Esto hace que los israelitas se den cuenta de que han pecado y piden a Moisés que le pida a Dios que aleje las serpientes.
Hizo Moisés lo que pedía el pueblo y Dios le dice a Moisés que haga una serpiente de bronce y la coloque en lo alto de un palo, los que la miren quedaran curados de la mordedura de serpiente.
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