El mito o leyenda de creacion japonesa dice que en lo más profundo de los tiempos, el Cielo y la Tierra estaban mezclados; como si hubieran sido batidos durante los siglos convertidos en una materia espesa e informe.
Repentinamente, el silencio de aquella masa se rompió con sonidos extraños, cuyo origen era el movimiento de las partículas.
Pronto, la luz y las partículas más ligeras se elevaron; pero no todas estas eran tan rápidas como las de la luz, y no pudieron seguirla en su ascensión.
De este modo, la luz se acumuló en la parte superior del Universo, y por debajo de ella, las partículas formaron, primero, las nubes, y luego, un Paraíso llamado Takamagahara [Llanura de los Cielos Altos].
Abajo, muy abajo, las partículas y átomos más pesados permanecieron en una masa enorme, informe y oscura que llamaron Tierra.
En el reino de las nubes, llamado Takamagahara, surgieron tras varias generaciones de deidades primordiales los dioses que formarían las “Siete generaciones divinas”.
Reunidos, decidieron que había que hacer algo con esa cosa que se extendía y se movía pesadamente bajo ellos. Así que encargaron a los más jóvenes, Izanagi e Izanami arreglar aquella parte del universo.
Para ello se les proveyó de una gigantesca lanza enjoyada con la que removieron aquel barro para separar sus componentes. Cuando la sacaron, un poco de barro goteó y; al caer a lo que sería el mar formó la mítica isla de Onogoro.
Tanto gustó a Izanagi e Izanami aquella isla que decidieron quedarse en ella y engendrar hijos allí. Inventaron a tal efecto un rito matrimonial que comenzaba con las palabras de ella. De su unión nacieron dos hijos; pero fueron rechazados y abandonados al no ser todo lo buenos que sus padres querían.
Al ver qué estaba ocurriendo ahí abajo los dioses exigieron la vuelta de la pareja, que contó lo que había ocurrido.
En la creacion Japonesa, los residentes en el cielo perdonan la acción del matrimonio y les aconsejan que; antes de volver a procrear repitan el rito matrimonial con un pequeño cambio: esa vez el primero en hablar sería él.
Izanagi e Izanami hacen caso del consejo y esta vez su descendencia fue perfecta. De aquellos hijos nacerían las distintas islas que conforman el archipiélago japonés y los antepasados de sus habitantes.