La Biblioteca Real de Alejandría fue en su época la más grande del mundo. Situada en la ciudad egipcia de Alejandría, se cree que fue creada a comienzos del siglo III adC por Ptolomeo I Sóter y que llegó a albergar hasta 700.000 volúmenes.
La destrucción de la Biblioteca Real de Alejandría es uno de los más grandes misterios de la civilización occidental. Se carece de testimonios precisos sobre sus aspectos más esenciales; y no se han encontrado las ruinas del Museo, siendo las del Serapeo muy escasas.
En el Oriente y en el Occidente, entre los cristianos y los musulmanes; se han cruzado durante siglos mutuas acusaciones de culpabilidad acerca de la destrucción de este gran centro intelectual.
Los conocimientos sobre la Biblioteca Real de Alejandría, cómo fue, cómo trabajaron sus sabios, el número exacto de volúmenes e incluso su misma situación son escasos; ya que muy pocos testimonios tratan sobre tan gran institución, y aun estos son esporádicos y desperdigados.
Los investigadores y los historiadores de los siglos XX y XXI han insistido en que se ha formado una utopía retrospectiva en torno a la Biblioteca de Alejandría. No hay duda de que la biblioteca existió, pero apenas hay certezas en lo escrito sobre ella.
La biblioteca del Museo constaba de diez estancias dedicadas a la investigación, cada una de ellas dedicada a una disciplina diferente.
Un gran número de poetas y filósofos, que llegaron a ser más de cien en sus mejores años; se ocupaban de su mantenimiento, con una dedicación total. En realidad se consideraba el edificio del Museo como un verdadero templo dedicado al saber.
Se sabe que desde el principio la biblioteca fue un apartado al servicio del Museo. Pero más tarde, cuando esta entidad adquirió gran importancia y volumen; hubo necesidad de crear un anexo cercano.
En la época del Imperio Romano, los emperadores la protegieron y modernizaron en gran medida; incorporando incluso calefacción central mediante tuberías con el fin de mantener los libros bien secos en los depósitos subterráneos.
La diversidad geográfica de los eruditos muestra que la biblioteca era de hecho un gran centro de investigación y aprendizaje. En 2004, un equipo egipcio encontró lo que parece ser una parte de la biblioteca mientras excavaba en el Brucheion. Los arqueólogos descubieron trece salas de conferencias, cada una con un pódium central.
Ptolomeo II encargó al poeta y filósofo Calímaco la tarea de catalogación de todos los volúmenes y libros. Fue el primer bibliotecario de Alejandría. Las personas encargadas de la organización de la biblioteca; y que ayudaban a Calímaco rebuscaban por todas las culturas; y en todas las lenguas conocidas del mundo antiguo y enviaban negociadores que pudieran hacerse con bibliotecas enteras; unas veces para comprarlas tal cual, otras como préstamo para hacer copias.
Los grandes buques que llegaban al famoso puerto de Alejandría cargados de mercancías diversas eran inspeccionados por la guardia; tanto en busca de contrabando como de textos. Cuando encontraban algún rollo, lo confiscaban y lo llevaban en depósito a la biblioteca; donde los amanuenses se encargaban de copiarlo. Una vez hecha esa labor, el rollo era generalmente devuelto a sus dueños.
El valor de estas copias era altísimo y muy estimado. La Biblioteca Real de Alejandría llegó a ser la depositaria de las copias de todos los libros del mundo antiguo. Allí fue donde realmente se llevó a cabo por primera vez el arte de la edición crítica.
Se sabe que en la biblioteca se llegaron a depositar el siguiente número de libros: 200.000 volúmenes en la época de Ptolomeo I; 400.000 en la época de Ptolomeo II , 700.000 en el año 48 adC, con Julio César; y 900.000 cuando Marco Antonio ofreció 200.000 volúmenes a Cleopatra, traídos de la Biblioteca de Pérgamo.
Cada uno de estos volúmenes era un manuscrito que podía versar sobre temas diferentes. Se cree que allí estaban depositados tres volúmenes con el título de Historia del mundo; cuyo autor era un sacerdote babilónico llamado Beroso, y que el primer volumen narraba desde la Creación hasta el Diluvio; periodo que según él había durado 432.000 años, es decir, cien veces más que en la cronología que se cita en el Antiguo Testamento. Ese número permitió identificar el origen del saber de Beroso, la India.
Todo lo que se sabe en la actualidad sobre la historia de la antigua biblioteca se debe a algunas referencias de posteriores escritores; a veces de gente que incluso la llegó a conocer, pero son alusiones de pasada; no hay nada dedicado en exclusiva a comentar o describir el edificio o la vida que en ella se desarrollaba.
El geógrafo y gran viajero griego Estrabón (c. 63 adC – c. 24 adC) hace una pequeña descripción; pues parece ser que estuvo en Alejandría a finales del siglo I adC. Aristeas, en el siglo II adC, habló en las cartas dirigidas a su hermano Filócrates de la biblioteca y de todo el asunto de la traducción de los LXX .
Marco Anneo Lucano, historiador del siglo I, natural de Hispania y sobrino de Séneca; cuenta en su obra Farsalia cómo ocurrió el incendio del puerto, cómo se propagaron las llamas ayudadas por el viento, que no cesaba; desde los barcos también incendiados y anclados en el gran puerto oriental.
Tito Livio dice en sus referencias que la biblioteca de Alejandría era uno de los edificios más bellos que él había visto; con muchas salas llenas de estantes para los libros y habitaciones donde sólo los copistas podían estar.
Lucio Anneo Séneca, filósofo cordobés y tío de Lucano (poeta cordobés), en el siglo I, escribió un libro llamado De tranquilitate animi. En él cuenta, a través de una cita de Tito Livio, que en aquel incendio se llegaron a quemar 40.000 libros.
El biógrafo Plutarco (c. 46-125) viajó en varias ocasiones a Egipto; donde en Alejandría debió escuchar muchas historias sobre el famoso incendio. Mucho más tarde, en el siglo IV, San Juan Crisóstomo hace una relación del estado en que se encontraba en aquellos años la brillante ciudad de Alejandría; y comenta que la desolación y destrucción son tales que no se puede adivinar ni el lugar donde se encontraba el Soma (el mausoleo de Alejandro) ni la sombra de la gran Biblioteca.
A finales del siglo XIX se encontraron en el yacimiento de Oxirrinco; en el pueblo de El-Bahnasa (un pequeño pueblo a 190 km al sur de El Cairo) miles de papiros, que fueron estudiados a fondo por los eruditos. En algunos de ellos se hablaba de la famosa Biblioteca y se daba una lista de nombres de varios directores o bibliotecarios a partir del año de su fundación.
Suele afirmarse, equivocadamente, que el primero de todos los ataques contra la Biblioteca de Alejandría fue el perpetrado por los romanos: Julio César, en persecución de Pompeyo.
La existencia de la Biblioteca tras su supuesta destrucción queda confirmada por una inscripción hallada a principios del siglo XX, dedicada a Tiberio Claudio Balbilo.
Cayo Suetonio Tranquilo tampoco dice nada de la destrucción de la Gran Biblioteca. Es más, en su biografía de Claudio refiere que el Emperador; tras escribir en griego una historia de los etruscos y otra sobre los cartagineses (hoy perdidas); quiso celebrar la escritura de estos libros y creó un anexo del Museo.Ello da a entender de manera más que manifiesta que el viejo Museo seguía existiendo y en pleno funcionamiento.
Sin embargo, a finales del siglo II y a lo largo del III, una serie de desastres se abatieron sobre la antigua capital de los Ptolomeos: en primer lugar, la llamada Guerra Bucólica (172-5); que se extendió hasta Alejandría, a ésta siguieron la rebelión de los usurpadores Avidio Casio (175) y Pescenio Níger (193-4).
La ciudad fue destrozada por Valeriano (253); de nuevo en 269; cuando se dio la desastrosa conquista de la ciudad por Zenobia, reina de Palmira; y en el 273, cuando Aureliano, al reconquistarla para los romanos; saqueó y destruyó completamente el Bruchión, desastre al que no pudieron sobrevivir ni el Museo ni la Biblioteca.
En 330, con la fundación de la nueva capital imperial, Constantinopla; es probable que parte del contenido del Serapeum fuera incautado por las autoridades imperiales y trasladado a la Nueva Roma.
Para colmo, entre 320 y 1303 hubo 23 terremotos en Alejandría. El del 21 de julio de 365 fue particularmente devastador; se han encontrado en el fondo de las aguas del puerto cientos de objetos y pedazos de columnas que demuestran que al menos el veinte por ciento de la ciudad de los ptolomeos se hundió en las aguas; incluyendo el Bruchión, supuesto enclave de la Biblioteca.
A finales del siglo IV, el emperador Teodosio el Grande, en respuesta a una petición del patriarca de Alejandría; envió una sentencia de destrucción contra el paganismo en Egipto: en el año 391, el patriarca Teófilo de Alejandría demolió el Serapeo al frente de una muchedumbre fanática; y sobre sus restos se edificó un templo cristiano. Parece que es en este momento cuando la Biblioteca Real de Alejandría,hija del Serapeo fue saqueada y desperdigada o destruida.
Aunque el Serapeum fuera destruido por órdenes de Teófilo, no hay un acuerdo entre los historiadores en torno a quiénes destruyeron los libros del Museo. Algunos creen que seguramente se salvaron buena parte de los libros de la biblioteca, toda vez que la destrucción era previsible.
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