Hemos oído hablar de muchísimas historias que giran en torno a los dragones como criaturas miticas. Estas colosales criaturas han sido temidas por miles de niños, ya que su sola imaginación es truculenta.
Son los reyes de las criaturas míticas. Los dragones habitan nuestro mundo desde hace miles de años, porque de algún modo y en algún lugar existen.
Aunque la ciencia no los contempla, las religiones y creencias sí lo hacen, y forman parte de la narrativa humana. El dragón era para los antiguos una fuerza primigenia más antigua que la propia existencia del hombre. Siempre se les ha relacionado con la creación del mundo. Pero también con su destrucción.
Animal fabuloso, especie de serpiente con piel y alas, de gran fiereza y voracidad. Entre los egipcios y los indios representaba el espíritu del mal. En el simbolismo bíblico es la imagen del demonio y del anticristo. En cambio los chinos lo adoran como un guardián de todos los bienes y dispensador de felicidad.
¿Alguna vez existieron? ¿Hay alguna prueba de la existencia de dragones? ¿Simplemente se trató de una imagen humana demasiado descabellada?. Sea como sea, estos animales por ahora fantásticos en la cientificidad no dejaron de eclosionar en distintas culturas. Más allá de sus distancias en la apariencia. Son unos dinosaurios ciclópeos con alas y esa hermosa posibilidad, casi arquetípica, de lanzar fuego.
El dragón, vocablo que proviene de la palabra griega “dracon”; que significa “serpiente” o “víbora”; monstruoso, gigantesco y fabuloso reptil alado.
Habita casi todas las leyendas del Viejo y del Nuevo Mundo y aparece en antiquísimas y diversas culturas que no se encuentran conectadas entre sí.
Y desde la noche de los tiempos una gran cantidad de héroes (Perseo, Marduk, Hércules, Sigfrido, San Jorge, Beowulf) han luchado contra él y le han dado muerte. Pero el dragón sigue negándose a morir, pues sobrevive como mito y recuerdo folklórico. Ocupa la iconografía universal religiosa, cultural y antropológica del mundo occidental y oriental.
Las descripciones sobre las características del dragón, según el mito de la cultura occidental, son coincidentes: es una enorme criatura cubierta de escamas. Con aspecto de reptil y generalmente con alas parecidas a las de un murciélago. Es decir, con una estructura rígida plegable parecida a dedos con una membrana entre ellos. Como patas palmeadas que se hubieran adaptado para el vuelo.
Su sangre es más venenosa que la de cualquier otro ser vivo y lanza fuego por la boca. Quizás sea debido a un mecanismo biológico que le permite almacenar metano en un saco en el interior de su cuerpo. El cual se incendiaría mediante la fricción de dos dientes especializados o generando una chispa eléctrica como lo hacen muchos seres vivos.
El dragón puede tener cuatro patas, dos o ninguna, y su vuelo en forma de rizo y circular (para después lanzarse en picado) es muy ágil. Pese a su gran tamaño, también se les define como seres independientes que rara vez viven en comunidad con otros dragones. Por lo que prefieren tener su propio cubil o guarida (generalmente una cueva muy grande).
Un poema épico babilónico, el Enuma Elish, relata cómo en un principio, el poderoso dios Marduk luchó con el gran dragón Tiamat, encarnación del caos acuático original, y lo mató. Después de su victoria, creó el cielo y la tierra.
Un mito indio que aparece en el Rigveda (recopilación de himnos sánscritos del año 1000 AC) cuenta por su parte cómo el valiente dios Indra triunfó sobre un gran dios Dragón llamado Vrita, que había sellado todas las aguas vivificadoras de la tierra. Indra, después de matar al monstruo, permitió que las aguas, liberadas, fluyeran nuevamente, en mil manantiales, arroyos y ríos.
Es la representación de uno de los dioses de la mitología americana, Quetzalcóatl fue uno de los dioses totelcas, su mayor apoyo a la región fue enseñar a la población a labrar metales, moldearlos y brindarles conocimientos astrológicos.
Sin embargo, cometió actos deshonrantes al tomar un brebaje que le dieron unos hechiceros enemigos y luego Quetzalcóalt se suicidó para no avergonzar a la región. Luego de su muerte Quetzalcóalt renace en el cielo, en una constelación con forma de dragón.
El dragón guardián también aparece con frecuencia en las mitologías antiguas anglosajonas, escandinava y alemana, junto con el tema del héroe contra el monstruo.
En el “Cantar de los Nibelungos”, un poema épico medieval anónimo; Sigfrido mata a un espantoso dragón, llamado Fafnir, y al ungirse con su sangre se hace inmune a todo mal.
“En el mundo de los animales fantásticos, el dragón es único. Ninguna otra criatura imaginaria ha aparecido en una variedad tan rica de formas”, apunta el zoólogo Desmond Morris en el prólogo de Dragones. Una historia ilustrada (1995), obra de su colega Karl Shuker.
Desde Alaska hasta Etiopía. De Europa central hasta India. Desde Polinesia hasta Norteamérica. De Japón hasta Mesopotamia. Desde los amuletos de jade chinos del Neolítico hasta las bestias de Daenerys Targaryen, la Madre de Dragones de la saga literaria Canción de hielo y fuego y la serie de televisión Juego de tronos.
El dragón es universal. “Es el más gigantesco y también el más temible de los monstruos míticos. Al mismo tiempo, es también el más complejo. La razón es sencilla, el dragón es, por decirlo así, una criatura sintética”; afirma el paleontólogo Willy Ley en El pez pulmonado, el dodo y el unicornio (1941).
Las representaciones más antiguas de dragones son unos amuletos de jade de la cultura Hongshan, que se desarrolló en China entre hace 6.700 y 4.900 años. Serpentiformes, se parecen a los primigenios mediterráneos.
En estas longitudes, las primeras menciones datan de la Grecia clásica. El drákon es una serpiente gigante -eso significa la palabra- como la Pitón de Delfos, guardiana del famoso oráculo a la que debemos pitonisa como sinonimo de adivina.
Otros estudiosos creen que el mito del drákon y otros similares de la región mediterránea se basan en grandes serpientes como las que Plinio el Viejo (23-79) describe en su Historia natural. “En realidad, cuando hablaron de dracones, los autores clásicos quisieron decir culebras gigantes de la clase de la pitón. Plinio afirmó que vivieron en India y que caían desde los árboles sobre sus víctimas, a las que mataban enroscándose en ellas”.
En cuanto a la historia de dragones existen dos corrientes principales que pudieron surgir por separado pero que se vieron fuertemente influidas en su desarrollo, mezclando visiones y vivencias en la tierra.
Las dos tradiciones o corrientes principales son los dragones europeos, derivados de la mitología de Grecia, Oriente próximo y los dragones orientales, de origen chino, conocidos también en Japón, Corea, vietnamita y otros países de Asia.
La palabra dragón también aparece en la tradición cristiana. El apocalipsis se refiere a Satanás como el gran dragón, la serpiente antigua.
Según el mito los dragones son de distintas formas y maneras, por ejemplo una característica común es la fuerza y la grandeza. Y las diferencias pueden estar en la fiereza, otros tienen conexión telepática que convertían a jinete y montura en una sola entidad por los rasgos mágicos que los unen.
Tienen conciencia e inteligencia propia. Los hay bondadosos y dragones escupe fuego terroríficos que arrasan donde van. Su agresividad y crueldad jamás vista puede causar, que ciudades y pueblos sean arrasados por el fuego. Son defensores de sus huevos hasta la muerte, ya que estos tienen propiedades mágicas.
Pueden ser mágicos o bestias del averno que viven en el inframundo. Descritos también como Los alados, rabudos y dragones escupefuego (bautizados con ese nombre a causa de los legendarios animales terrestres a los cuales se parecían). En el occidente de la actualidad es casi siempre concebido como una criatura malvada, poderosa y cruel.
Los animales descritos a continuación bien pudieron ser el verdadero origen de los dragones imaginaos por un momento hace 4000 años; sin tecnología sin referencias sin acceso a información y con poca cultura educativa que un descubrimiento fósil de un gran dinosaurio en una excavación lo que podía acarrear en la imaginación humana. Que tipo de dragon podian ser para nuestros ancestros todos estos fosiles.
Plesiosaurio. El plesiosaurio es un animal extinto de la Era Mesozoica, concretamente del periodo Jurásico, que habitaba los mares y se caracterizaba por una forma de peonza, con cuello y cola largos y zona central muy redondeada e hinchada, como en las tortugas.
Pterodáctilo (pterodactyl). El pterodáctilo es uno de los dinosaurios más populares del mundo… o lo sería, si no fuera porque, en realidad, no se trataba de un dinosaurio, sino de un pterosaurio, un reptil volador.
Desde tiempos neolíticos en toda Chica se han encontrado pinturas o dibujos en vajillas donde aparecen estos majestuosos animales creados por la imaginación humana. Justamente estos hallazgos son los que no dejan como algo descabellado la existencia de algún animal remotamente similar y que a partir de éste el humano creó a los majestuosos dragones.
Existen diversas teorías de que fue lo que realmente inspiró a los escritores para crear a los dragones. Las teorías científicas dictaminan que los cocodrilos o algún otro tipo de reptiles son los descendientes de los dragones. Su parecido no parece casualidad.
Este cocodrilo antaño venerado tenía la enorme capacidad de sentir los cambios de presión en la atmósfera, cuestión que le permitía predecir la lluvia. Por ese motivo era una asociación muy fácil la del dragón con cualquier clase de precipitaciones. Y eso tanto como deidad o como criatura anunciadora.
Los dragones en la mitología japonesa, como en la mayoría de oriente, se consideraban seres sagrados y se nombraban mucho más que en otras culturas.
Se puede decir que estos dragones eran prácticamente seres benevolentes, con una inteligencia superior y que de ellos venían las bendiciones del cielo y de la tierra, como mensajeros de los divinos. Ganando potestad sobre las masas acuáticas, los dragones japoneses se suelen relacionar con la lluvia, los océanos, ríos y la fertilidad de la tierra.
En la mitología nórdica encontramos la dualidad del significado del dragón, o es donde más se percibe su variación cultural. Los nórdicos asociaban a los dragones con la maldad y el poder de la destrucción y el inframundo.
De hecho, una de las principales criaturas encargadas de participar en el fin del mundo que conocían era un dragón gigante, similar a una serpiente llamada Nidhug.
Las batallas contra los dragones en la mitología nórdica eran violentas y gloriosas, donde aquellos que lograban vencer a un dragón entraban en la categoría de guerrero legendario o dios.
Tanto representó la temeridad y el respeto a estas criaturas, que los vikingos en sus viajes buscaban hacer que la punta se sus barcos se asemejaran a cabezas de dragones. Con la intención de intimidar a sus enemigos y a los espíritus de las costas.
En resumen, el dragón nórdico se relaciona con la astucia y la crueldad en general, donde representan fuerzas terribles y transformadoras de la naturaleza.
En la mitología griega estos seres mitológicos eran sumamente importantes. A diferencia del caso de los nórdicos y los latinos en general, los griegos veían a los dragones como serpientes de tamaños descomunales. El simbolismo de los dragones era el de la cúspide de una tarea solo digna para dioses o semidioses.
La mayoría de los dragones que aparecen en la mitología griega, como por ejemplo el Dragón de la Cólquida, la Hidra o Ladón, eran criaturas con un papel de custodios o vigilante de los dioses a algún artefacto, reliquia o poder antiguo.
De ahí deriva la simbología protectora de los dragones griegos, donde simbolizan heroísmo, poder, astucia y sobre todo la potestad de los dioses de poder proteger y delimitar.
A pesar de eso, la mayoría de los dragones que aparecen en la mitología griega, rara vez sobrevivían al encuentro de los dioses o los mortales elevados. Pudiendo simbolizar la potestad del misticismo sobre la naturaleza terrenal.
El dragón clásico europeo se modela en la Edad Media. Adquiere las capacidades de volar y de echar fuego por la boca en el siglo V, y se convierte en cuadrúpedo con alas de murciélago en el siglo XIII.
A pesar de que por su aspecto tendemos a emparentarlo con los dinosaurios y esa idea carece de pruebas que la sustenten. Hasta el momento, no se conoce de ninguna historia de dragones que esté relacionada con fósiles de dinosaurios ni en Oriente ni en Occidente.
¿Alguna vez existieron? ¿Hay alguna prueba de la existencia de dragones? ¿Simplemente se trató de una imagen humana demasiado descabellada?. Sea como sea, estos animales por ahora fantásticos en la cientificidad no dejaron de eclosionar en distintas culturas, más allá de sus distancias en la apariencia. Unos dinosaurios ciclópeos con alas y esa hermosa posibilidad, casi arquetípica, de lanzar fuego.
Las crónicas orientales más antiguas, en tanto, hablaban que en los años 265 y 317 de nuestra se informaba del hallazgo de huesos de dragón en la provincia de Sichuan, restos que eran usados en la “medicina tradicional china” para los problemas de corazón e hígado, insomnio, sudoración externa y diarrea crónica.
Y en la casa consistorial de Klagenfurt, en Austria, se atesoraba lo que se decía que era la cabeza de un dragón que, según la leyenda, había sido derrotado por dos valientes jóvenes antes de la fundación de la ciudad en 1250.
En el año 1608 el naturalista Edward Topsell consideraba a los dragones como animales reales, afirmando que estas criaturas estaban muy próximas a los reptiles y, más concretamente, a las serpientes.
“Hay diferentes tipos de dragones, que se pueden distinguir por los países donde viven, por su cantidad y magnitud y por la diferente apariencia de sus partes externas”, explicaba Topsell en uno de sus tratados.
Ya en el siglo XX, la doctora Marjorie Courtenay-Latimer, quien alcanzara gran notoriedad por estudiar y clasificar en los años 30’ al celacanto. Un pez que se creía extinguido desde la era de los dinosaurios, recogió los testimonios de varios testigos que aseguraban haber visto, en Namibia, a un extraño ser de aspecto reptiliano, dotado de poderosas alas membranosas y capaz de volar planeando entre las montañas.
El hijo de un propietario de cabras del sector lo describió, de hecho, como una serpiente alada que, cuando aterrizó en tierra, “provocó una enorme nube de polvo y esparció un olor como de latón quemado”.
Después del reporte de este joven, la policía investigó el caso, y varios agentes, después de realizar varias batidas en la zona, divisaron presuntamente a una extraña criatura cuando se ocultaba en una grieta de una montaña.
El bioquímico Roy P. Mackal, apasionado investigador de los misterios zoológicos de la criptozoología, entusiasmado por estos testimonios, organizó en 1988 una expedición para intentar dar con el paradero de esta extraña criatura.
Aunque no pudo localizar al ignoto ser, sí pudo hablar con los lugareños, que lo definieron como “una serpiente gigante con alas”. Que solía aparecer durante el crepúsculo, planeando entre dos grietas situadas en unas colinas separadas por poco más de kilómetro y medio de distancia.
Esta criatura tenía, por cierto, el tamaño de una avioneta Cessna, lo que supone una envergadura de unos nueve metros de largo.
Otros relatos sobre misteriosas criaturas voladoras de aspecto reptiliano también se localizan en otras regiones africanas. Como en los alrededores de los montes Kenia, Meru y Kilimanjaro. O en la República Sudafricana, cerca de Lesotho, donde está situada una cueva llamada Drakensberg (montaña de los dragones, en idioma africaans).
Su nombre, por cierto, proviene de las historias sobre un extraño dragón que, según las leyendas locales, habitaba en dicha caverna y del que se tienen noticias desde 1877.
En agosto de 1944, algunos periódicos informaron el caso de un dragón negro que se estrelló contra una casa en Chen, en el noroeste de Zhoyuan, China.
Los testigos dijeron que estaba agonizando y que tenía un cuerno en la frente, escamas y desprendía un fuerte olor a pescado que atraía a las moscas.
En el año 2005, dos estudiantes de la provincia de Jilin en China, cuando salían de la biblioteca de la universidad local alrededor de las 6 de la tarde, aseguraron a la prensa de su país haber visto un dragón volando en el cielo.
Según uno de los jóvenes, la criatura “volaba a una altitud de aeroplano, pero era mucho más grande y rápido…”. Esta criatura fue fotografiada por los dos estudiantes y publicada en la prensa local.
Esta imagen mostraba, por cierto, a un extraño ser de aspecto reptiliano con cuatro patas, de unos 10 metros de largo, y una cola rojiza que iluminaba el cielo al atardecer.
Muchos dicen que los dragones no son más que producto humano. Sea una creación de rito totémico o, en otro caso, una simple mixtura de animales diversos. Si se observa al animal fantástico tiene garras de águila, escamas de pez, bigotes de bagre, melena de león o hocico de perro. Una creación espectacular, en todo caso.
Algunos de ellos aparecen con alas; otros sin ellas, aunque con la capacidad de volar intacta. Con el tiempo todo acabó siendo más que una idea fija y fuerte: el dragón es poder.
No obstante, otras teorías alternativas afirman que el Megalania Prisca fue el verdadero animal que creó la leyenda. Esta criatura vivió en la prehistoria, aterrorizando las regiones de Australia en el pleistoceno.
El Megalania envenenaba a su presa mediante su saliva, que infería el veneno y drenaba la sangre de la víctima, causando una muerte instantánea. Este animal es el predecesor del actual Dragón de Komodo.
Los dragones legendarios se basaron principalmente en dos poderosos grupos de reptiles: los cocodrilos y los varanos. Hoy, todavía podemos encontrar a los mayores representantes de ambos grupos.
Por un lado están los cocodrilos marinos. Aunque se habla de cocodrilos de hasta 11 metros, el mayor cocodrilo marino que la ciencia ha llegado a medir rondaba los 8 metros de longitud.
Si decimos ‘cocodrilo’ desmitificamos la imagen del dragón. Pero cuando realmente te pones delante de un reptil del tamaño de un autobús. Con más de mil kilos de peso, armado con una boca descomunal y con merecida fama de devorador de hombres, la imagen del dragón se vuelve más veraz.
En Europa la mayoría de las leyendas draconianas que pueden relacionarse con la paleontología están basadas en restos fósiles de mamíferos cuaternarios.
Algo semejante ocurre en China, en este caso con huesos de mamíferos de edad cenozoica”, explica José Luis Sanz en Mitología de los dinosaurios (1999).
El paleontólogo español recuerda que muchas cuevas de Centroeuropa llevan “el nombre de caverna o guarida del dragón o de los dragones”. Cuenta, por ejemplo, cómo en el siglo XVII dos médicos, el alemán Petersonius Hayn y el rumano Johann Georg Vette, hallaron en grutas de Moravia y de Transilvania huesos de dragones. Centurias después, se identificaron como de osos de las cavernas.
A principios del siglo XX, el paleontólogo austriaco Othenio Abel investigó la leyenda del dragón de Klagenfurt. Y descubrió que el cráneo hasta entonces considerado de la bestia era de un rinoceronte lanudo.
En el otro extremo del mundo pasa lo mismo. “Los chinos llamaron huesos de dragón a cualquier fósil, a menos que fuera un diente de dragón“, ironiza Ley.
Sanz destaca, no obstante, cómo algunos paleontólogos alemanes creen que el origen de ciertos dragones locales pudieron ser hallazgos de esqueletos completos de plesiosaurios, reptiles marinos. No dinosaurios del Jurásico a los que también se relaciona con una criatura contemporánea no menos mítica, el monstruo del lago Ness.